Fuente: diariosur.es

Los vecinos de El Romeral tienen la sensación de haber ganado una batalla, aunque también son conscientes de que aún les queda mucho camino por recorrer para llevarse el triunfo en la guerra contra el ruido que les impide conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada. Tanto esta barriada de Teatinos como el paseo marítimo de Pedregalejo serán incluidos en el mapa de ruidos de Málaga como zonas acústicamente saturadas por el exceso de decibelios que desprenden los pubs y las terrazas de bares y restaurantes. Con este paso, el Ayuntamiento de Málaga afina en la localización de los ‘puntos negros’ de la ciudad, cuya primera consecuencia es que no se abrirán más locales de música y ocio, aunque ello tampoco tiene por qué suponer el fin problema.
Ahí está el ejemplo del Centro, que diez años después de recibir esta calificación (se superaron los 75 decibelios, el equivalente al ruido que emite la maquinaria industrial) la convivencia de ocio y descanso sigue siendo una quimera, aunque ahora no tanto por la movida como por las terrazas. «La situación ha mejorado a medida que se elimina el botellón y se insonorizan los pubs y discotecas, pero lo que ahora nos impide estar tranquilos en casa es la invasión de mesas y sillas en cualquier esquina», se queja José Carlos Navarro, uno de los cerca de diez mil afectados del casco histórico.
La situación es prácticamente calcada en El Romeral, donde la apertura de bares, restaurantes y cafeterías en el eje formado por la avenida Plutarco y las calles Andrómeda y Antígona trae en jaque a cerca de dos mil residentes. «A todos nos gusta salir a cenar y disfrutar con los amigos, pero el derecho de unos acaba cuando empieza el derecho de los demás. Ha habido familias que han tenido que vender sus casas porque no podían vivir así», comenta el presidente de la asociación de vecinos de esta barriada, Romualdo Núñez, para quien la raíz del conflicto está en la «falta de control municipal» en la ocupación de la vía pública. «Lo que no se puede permitir, y de momento se está permitiendo, es que un negocio con licencia para diez mesas luego ponga treinta o cuarenta», recalca.
Con este panorama, no es de extrañar que personas como Núñez estén encantados con la llegada del frío y la lluvia. «El mal tiempo nos viene bien; en verano esto llega a ser insoportable», recalca.
La misma sensación de alivio temporal tienen los residentes en las principales zonas de ocio de la provincia. Solo en los grandes municipios, serían más de veinte mil las personas con insomnio forzoso, empezando por Puerto Marina y la plaza Solymar en Benalmádena Costa; Puerto Banús y la plaza de los Olivos en Marbella; o Puerto Sol y Puerto Paraíso en Estepona. El entorno de los recintos náuticos en estas localidades se convierten cada fin de semana en epicentro de la marcha nocturna con un hervidero de gente para fortuna de los negocios, pero también para desgracia de quienes intentan dormir unos metros más arriba. Algo prácticamente imposible con los niveles de ruido registrados en la medición que técnicos de la Junta realizaron en varios apartamentos de Puerto Marina el 18 de agosto de 2010: 68 decibelios, y eso que era miércoles.
Benalmádena, a los tribunales
Precisamente esa medición fue la gota que colmó el vaso para la treintena de sufridos residentes que el pasado mes de abril presentaron una demanda contra el Ayuntamiento de Benalmádena, al que reprochan que haya mirado para otro lado durante años a la hora de vigilar el cumplimiento de los horarios de cierre, la insonorización de los locales o la prohibición de los altavoces en el exterior. El gobierno municipal respondió en agosto con decretos de cierre de los pubs y discotecas si no eliminan la música exterior y cierran las terrazas a las dos de la madrugada, aunque de momento pocas cosas han cambiado. «Estamos hartos de buenas palabras y compromisos que no se cumplen. Lo único que queremos es poder descansar sin que nos retumben las paredes», afirma uno de los 31 integrantes de esta cruzada judicial que prefiere guardar el anonimato.
En cualquier caso, se han asesorado bien, ya que cuentan con los servicios del abogado que llevó el caso de los 18 vecinos de El Copo a los que el Tribunal Supremo dio la razón en 2008 condenando al Consistorio de Vélez a indemnizarles con 156.000 euros a cada uno, la mayor sanción hasta la fecha en España por contaminación acústica. Desde entonces, las cosas han dado un giro de 180 grados, hasta el punto de que, pese a que el ambiente actual de este enclave de Torre del Mar nada tiene que ver con la de hace unos años, la Administración municipal ha iniciado los trámites para declararla zona saturada acústicamente para impedir la apertura de nuevos establecimientos de ocio. El otro punto conflictivo en la Axarquía es Nerja, concretamente en la céntrica plaza Tutti-Frutti con una docena de pubs y discotecas que trastocan los planes de descanso de un millar de personas.

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Oficina de Ingeniería Acústica, domótica y telecomunicaciones

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