Fuente: Larazon.es

Cuántas veces habremos asentido con la cabeza, o incluso respondido con una sonrisa, a lo que un amigo acaba de decirnos en la barra de un bar y –que nadie se entere- no hemos entendido. Cuántas veces hemos intentado, sin éxito, leer los labios de aquel al que tenemos al lado pero que no oímos por la música o los gritos de los clientes del bar.

Cuántas veces, en fin, nos hemos desesperado porque aquella conversación tranquila que pretendíamos mantener en un bar con unos amigos o con la pareja se ha transformado en un duelo de mímicas en un intento por hacernos entender.

En España se grita mucho, sí. Y en los bares la música está demasiado alta. Por eso este invento parece especialmente pensado para nuestro país: un sistema de altavoces que absorbe el sonido y lo devuelve convertido en silencio.

Lo ha aplicado, a modo de prueba, el dueño de un restaurante mejicano en Berkeley (Estados Unidos). Consta de 123 altavoces y micrófonos que captan el sonido ambiente y lo remiten a un ordenador que, a su vez, lo procesa, y que lo devuelve al entorno convertido en un “contrasonido” que amortigua el ruido reinante.

En el fondo, este sistema atenúa las reverberaciones que se producen en el local, producto de las conversaciones cruzadas, cuando empiezan a ser demasiado elevadas, y permite que los clientes no tengan que elevar su tono de voz de forma inconsciente, algo que, a su vez, lo único que hace es elevar los decibelios.

Todo este proceso, además, se puede controlar desde un Ipad, e incluso se puede modular dependiendo de la zona del bar, de tal forma que puede haber zonas en las que el silencio es prácticamente total y otras con más “ambiente”. Además, los altavoces y micrófonos están perfectamente camuflados tras los elementos del local, con lo que el cliente no advierte de su presencia.

Según explicó al San Francisco Chronicle John Meyer, fundador y presidente de Meyer Sound, la empresa inventora de este sistema, es la primera vez que se aplica a un restaurante, aunque ya lo han puesto en práctica en espectáculos públicos, como conciertos destinados a ser grabados, el Circo del Sol o incluso en iglesias.

Ya no hay quejas por el ruido del bar
Los dueños del restaurante, un local de comida mejicana llamado Comal, están encantados con la idea. “Ahora pueden estar con toda tranquilidad aquellos que quieren venir a charlar amigablemente o incluso a leer un libro”, asegura el propietario, John Paluska.

Según Helen Meyer, vicepresidenta ejecutiva de Meyer Sound, la instalación puede costar entre 10.000 y 100.000 dólares, dependiendo de las peculiaridades del recinto y del número de aparatos que se coloquen. “Esta tecnología habría costado millones de dólares hace 20 años –aseguró al San Francisco Chronicle-, pero con la llegada de los vídeo juegos, que utilizan el mismo chip matemático, ahora es mucho más asequible”.

 

Escrito por

Oficina de Ingeniería Acústica, domótica y telecomunicaciones

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